Delfina linck

Felicidad, Paz, Salud, Bienestar, Abundancia, Armonía, Alegría y Amor. Todas palabras con mayúscula que nombran realidades y emociones que tod😀s anhelamos disfrutar. Ya sea que las hayamos conocido y sintamos que las hemos perdido o que creamos que jamás nos tocó vivenciarlas, a veces nos viene bien conseguir ayuda para restablecer la conexión perdida con esas situaciones placenteras y con nuestra misión en este mundo. 

Siempre me gustó investigar y comprender todo lo relativo al ser humano y por eso sigo estudiando con gran entusiasmo todos los días para ensanchar y profundizar el conocimiento que he ido adquiriendo a lo largo de mis 70 años -el cuerpo con todos sus órganos y funciones, las emociones, la mente, el alma individual y familiar, el Espíritu, la economía, los vínculos sistémicos familiares y laborales y las complejas dinámicas de relaciones entre todos estos “campos”-. O sea que sigo adquiriendo herramientas y métodos para ser más útil en la ayuda y honrar mejor a todos los que me antecedieron en mi búsqueda y especialmente a los grandes maestros de quienes aprendí (listado que encabezan mi padre y mi madre). 

En mi recorrido personal primero me fascinó entender cómo funcionaban las sociedades (economía y ciencia política), luego me volqué a comprender la psique de los individuos (psicología) y en el ejercicio de estas profesiones me aboqué a todas las metodologías que me parecieron más aptas para promover el Cambio (palabra con mayúscula). Así fue como elegí trabajar con una visión sistémica y estratégica con las familias y en la Mediación y su enseñanza. A los 50 años tomé contacto con las Constelaciones de Bert Hellinger y me transformé en “consteladora” y poco tiempo después comencé a investigar los hallazgos de un médico alemán llamado Hamer cuyos descubrimientos dieron lugar al desarrollo de todas las corrientes de decodificación biológica existentes y me he transformado también en “biodecodificadora”.

Siento una gran pasión por lo que hago y me entrego a cada “otro yo” con la mayor humildad y el mayor respeto. En una de las grandes crisis de mi vida, me dediqué durante unos meses a preguntarle a cada persona que me encontraba “para qué crees que estamos con vida? Cuál sería nuestro objetivo como humanos?“ 

Fue una encuesta “doméstica” sin rigor científico, que me sirvió a mí para concluir que nuestra misión más importante es “Aprender a Amar”. Desde entonces estoy feliz con la misión que asumí de dedicarme a acompañar a todas las personas que llegan a mí buscando ayuda para resolver algún síntoma o conflicto que les impide vivir su felicidad de manera plena. 

Todos los que nos dedicamos a ayudar a otros necesitamos ayuda y la encontramos a diario en esos otros que nos honran con su confianza. 

Muchísimas Gracias por llegar hasta aquí y Bienvenid😀s al Cambio!

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